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Procedente de San Juan de la China, Tolima donde militaba el Frente 21 de las FARC, Ismelia Contreras, separada y madre soltera de tres hijos, entre ellos su hijo mayor, Miguel Ángel, de doce años quien corría el mayor riesgo en este lugar debido al reclutamiento de menores que se estaba llevando a cabo en la época, salió desplazada del corregimiento para salvar a sus hijos.

En el año 2002, una mañana llegó la guerrilla en busca de su hijo para hacerlo parte de sus filas, afortunadamente ese día él salió hacia donde un tío. Si no cumplía con la petición de entregar a su hijo, Ismelia se convertiría en uno de sus principales objetivos. Al atardecer Miguel regresó a casa y su madre ya tenía todo preparado para en la noche abandonar su vida en aquel lugar.

 

Por trochas y por ríos buscaron una salida ya que la carretera estaba constantemente vigilada por integrantes de las FARC. Su destino era Ibagué y llegarían por sorpresa a donde una tía de Ismelia. Su vida en Ibagué comenzó desde cero, no tenían dinero para sobrevivir, ni siquiera tenían objetos personales de aseo. Su primera ayuda llegó porque un conocido le brindó una máquina y allí fue donde ella comenzó a trabajar haciendo ropa interior y en las tardes desempeñaba diferentes labores para poder conseguir para el diario.

 

Después de unos días comenzaron a tener problemas con la familia por diferencias que tenían con las personas con las convivían y debido a esto tuvo que formar su hogar en una invasión que había al sur de Ibagué donde duraron algún tiempo y comenzaron a tener problemas en este lugar debido a que llegaron a buscarla de nuevo los hombres que años antes quisieron llevarse a su hijo, preguntando porque no había querido entregar al muchacho y afirmando que Ismelia tenía una deuda anterior con ellos, por esta razón tuvo que huir de nuevo de su hogar buscando un nuevo destino: Espinal en el 2009.

 

En el Espinal llego a donde una amiga que la acogió durante unos días mientras ella declaraba en la Personería de este pueblo, mientras en Ibagué había una persona que le cuidaba su casa en la invasión. Días después ella volvió a su casa recuperando todo lo que en poco tiempo había perdido, pero se dio cuenta que este no era el lugar que ella quería para el crecimiento de sus hijos. Para esos tiempos conoció acerca de los laboratorios microempresariales y le dieron tres capitales semilla y desde allí empezó a surgir. Empezó con vestidos de folclor, vestidos de quince años, vestidos de matrimonio, primeras comuniones, diferentes vestidos para hombres y mujeres, y posteriormente creó una sala de banquetes para atender diversos eventos.

 

A pesar de que las ayudas no llegaron de manera física como vivienda o dinero, Ismelia recibió ayuda en emprendimiento empresarial y capacitaciones en diferentes actividades para sacar su microempresa adelante. “El conocimiento que le dan a las víctimas es de agradecer, porque uno a defenderse empresarialmente, a cómo manejar una empresa, costos, recursos y tiempo”.

 

Ismelia culminó en el 2014 su bachillerato, pero por cuestiones de tiempo no puede seguir con una carrera profesional, ahora lo que más le importa es sacar adelante a sus hijos y que su microempresa siga progresando.

 

En el capital semilla, le suministró una máquina y tres veces le dieron insumos, es decir, encajes, telas, botones, y demás implementos para su labor. El primer capital semilla le dejó tres máquinas más dándose cuenta que su primera máquina ya había cumplido su ciclo, no le estaba dando el uso que necesitaba y decidió venderla. Ese dinero lo invirtió en otras máquinas para ampliar su productividad.

 

Pensando en un futuro, Ismelia buscaba la forma de invertir el dinero en algo que sabía que le iba a generar ingresos para sacar adelante su negocio y no verse atrasada con los pedidos.

Aunque no tiene un capital estable, siempre busca la manera de salir adelante y ayuda a madres cabezas de familia que también son desplazadas incluyendo a su hermana y se ha convertido en un apoyo para guiar a estas mujeres con los conocimientos obtenidos en las capacitaciones e inculcarles el sentido de lucha por salir adelante día a día de la manera más humilde.

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